María era la otra, Castel no: Análisis de El Túnel de Ernesto Sabato.

 

p. d: Me disculpo porque peco de pomposa en aquí, su objetivo era ser analítico y formal (tal vez para que se lo copien para tareas) pero pocas veces otras entradas del blog serán de este estilo. 

p. d 2: Seria bastante bueno si a hayan leído El Túnel. 

María era la otra, Castel no.

“Tengo que matarte, María. Me has dejado solo.” (Sábato, 2017, p. 162).

     El Túnel fue publicada en 1948 de la mano de Ernesto Sábato, quien; a pesar de no ser un literato estudiado; logra plasmar con una narrativa primorosa una historia atrapante y psicológica sobre soledad, el infierno del sufrimiento interno y la desconexión del hombre a los otros con un tratamiento adelantado a su época. El protagonista, Juan Pablo Castel, es un personaje tridimensional; al cual es difícil de descifrar del todo; a pesar de sernos abierta una ventana directa a su mente, y sin embargo, alcanza a llamar la empatía de los lectores contrariando las expectativas del propio Castel, y tal vez incluso de su autor.

      Empero, sigue la misma tradición narrativa encontrada en libros, películas o cualquier medio capaz de contar historias: La feminidad subyugaba. Es sencilla la ilustración en cuanto a este tema, la existencia de un componente femenino para complementar la historia de los personajes principales masculinos. No obstante, eso se puede dar en variadas formas; pero todas terminan dejando a nuestros personajes femeninos relegados por la historia como un instrumento para avanzar la trama, comparado a lo que puede ser un objeto o una meta, sin un carácter humano.

     Esta tradición se ve representada en la coexistencia₁ de María, la cual, incluso en un escrito dedicado a su personaje, le toca ser mencionada después de Castel, quien ni siquiera espero a serlo en el primer párrafo. Aun así, resulta ser un caso especial a diferencia de muchas otras obras ya analizadas desde el tratamiento femenino, El Túnel, al menos nunca ha sido objeto de estudio forma relevante en este sentido. Podría hallarse fácil caer en la excusa de culpar a la época de publicación, para entonces este tema no era especialmente importante.

      La obra de Sábato es una historia adelantada a su tiempo, razón por la que su legado o su lectura siguen siendo compatible con la mentalidad del hombre del siglo XXI. En cambio, María sí parece ser hecha justo para el momento en el cual fue escrita. Si bien muchas obras contienen elementos problemáticos o reprochables desde una perspectiva actual, logran sobrevivir a la prueba del tiempo gracias a que sus virtudes transcienden. Sin embargo, la cuestión es que ella lleva el peso de la trama; asemejándose más a un arco narrativo que a un personaje; y la justificación de su existencia es ser es solamente eso. Incluso con la poca exploración que recibe su persona, y las circunstancias visibles que atraviesa en la novela, las primeras descripciones que se hallan en cualquier página web acerca de ella se equiparan a:

     “María Iribarne una mujer impredecible, su personalidad también, era una persona mala que carecía de felicidad no encontraba un sentido a la vida y su vida se podría decir que era una nefasta combinación entre depresión e inconformidad, Juan Pablo Castel al enamorarse de ella parece que no vio su frígido y frío ser ya que sus sentimientos sus emociones y todo lo que ella sentía no lo expresaba era como un hierro, fría sin sentimientos y sin corazón nada le llegaba y jugaba también con los sentimientos ajenos, jamás se pudo saber o llegar a conocerla a fondo ya que sus constantes cambios de emociones solo derivaban en una peor que la otra , resulta ser una mujer muy inmadura y calculadora ya que jamás dio afecto ni deseaba hacerlo, para Juan Pablo ella disfrutaba de ser así y por eso le ocasiono una locura, ella jamás se mostró tal y como es con nadie pese a que mantuvo un matrimonio con un no vidente y estuvo con 2 personas más , se puede decir que ella con sus constantes cambios de humor de personalidad, con sus manipulaciones y la falta de comunicación ocasionaron su final al ser asesinada, murió como vivió, de una manera impredecible y fría” (El solitario Castel. S.f. o cualquier pagina, vamos).

El Túnel. 1952. Argentina. Dir. León Klimovsky (edición por Ratalien).

     Es visible el desdén que maneja la persona que escribió esta descripción, aun así, es la misma que está en diversas páginas que ofrecen información acerca de la obra y sus personajes. Es claro que se puede suponer una lectura simple de parte de una cantidad considerable de lectores, o está dado en el caso en el cual la empatía causada por el personaje de Castel hace que la visión de María Iribarne peque de poca imparcialidad, por no decir nula.

     Juan Pablo Castel nos relata directamente como manipula psicológicamente a María; la insulta, comete agresiones físicas leves o de bajas secuelas, la presiona para mantener relaciones sexuales en la cuales el mismo es consciente del poco goce o consentimiento de ella; sin mencionar la escena clímax de la novela, en la cual la asesina de forma abrupta; pero no se le hace un juicio en el que se le condene con dureza. Por mucho que se nos reclame comprensión hacia él, queda en la decisión del lector si se la otorga, si cree en sus palabras o se detiene a ver las piezas parte por parte y faltantes del rompecabezas de la breve narración.

     A María nunca se le pudo escuchar, jamás se llega a ver un poco de la visión de ella frente a su relación con Castel, ni sus ideas o pensamientos sobre algo concreto, pero Sábato si escribió sobre su falta de ellos; resguardados por la sospecha de ocultar su identidad, acto más condenado que el propio asesinato. Su existencia más que poseer sombras, era una sombra tras la imagen del protagonista (Sábato, 2017), la única información a nuestra disposición de ella están en las palabras de una persona con el posible padecimiento de un trastorno de esquizofrenia paranoide, o de un trastorno límite de la personalidad en estado agravante, que la odia.

     La obra, por otro lado tampoco parece ser consciente de la situación de su personaje, sin embargo la trata por lo que es, un instrumento narrativo. El carácter de María mantiene una pasividad tal, que si bien hace parte de la mayoría de los escenarios importante que marca la evolución de la historia, es completamente reemplazable. Si María ya no se llamase María, si fuese más abierta o cerrada, si estuviese soltera o si cualquier característica que formar su imagen cambiase, el impacto hubiese sido el mismo con el acto de haberse detenido a ver a la mujer expectante en la playa; con la psicología de Castel pasando por un amor de ensueño e idealizado al odio más profundo hasta la muerte del mismo, metafórica y literal, cuya existencia comienza y termina con la decisión de él.

     El personaje principal de El Túnel, es caracterizado como un misántropo y pasan desapercibidos otra característica importante de su complexión: su misoginia. No es relevante mencionar que no pasa sin menor esfuerzo el test Bechdel; una prueba sobre representación de la mujer en el cine; pero sí que  las mujeres que han mantenido al menos la mínima experiencia con Juan Pablo manifiestan una sensación de desprecio adornándoles, ni la propia madre del personaje evita padecer sus juicios. Todas parecen la corporeidad de los antivalores de los ideales de Castel, los cuales ni el mismo cumple.

     El factor que hacen más tolerables estas escenas a la lectura ausente de una pequeña consciencia de género, son los escrutinios que también hace con los personajes masculinos, pero solo hay que detenerse a detallar la naturaleza de cada uno de estos. En primer lugar, los personajes masculinos son solos nombres cualquieras, con una descripción vaga al igual que la exhortación de sus críticas; sin embargo, las mujeres vienen cargadas de largos diálogos, uno a uno, denotando los menosprecios de Castel, escenas narradas y no contadas como con los personajes masculinos, y en el caso de la madre de Castel, con extensos soliloquios; quien parece también haber atravesado el proceso de idealización-odio sin el final violento que si recibió María. 

     “Cuando yo era chico y me desesperaba ante la idea de que mi madre debía morirse un día (con los años se llega a saber que la muerte no sólo es soportable sino hasta reconfortante), no imaginaba que mi madre pudiese tener defectos. Ahora que no existe, debo decir que fue tan buena como puede llegar a serlo un ser humano. Pero recuerdo, en sus últimos años, cuando yo era un hombre, cómo al comienzo me dolía descubrir debajo de sus mejores acciones un sutilísimo ingrediente de vanidad o de orgullo.” (Sábato, 2017, p. 5).

      La novela solo nos da acceso a una sola forma de analizar la historia, se puede hablar de soledad, de existencialismo, enfermedad mental, misantropía, etc., pero siempre bajo la línea que separa Castel entre sí mismo, su túnel, y el resto del mundo a la luz. El despojos que quedan de María, siempre eclipsados por las reflexiones de su amante, permiten ver a una mujer sola, frágil y confusa que no sabe cómo protegerse de las propia armadura que creó para no herirse a sí misma y a los demás pero que no puede evitar, pasiva a las malas circunstancias a forma de autocastigo, dentro de un túnel demasiado lejano de la visión del propio Castel del cual jamás podrá tener la posibilidad de salir.    

              

            

        

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